Lugares,  Religiosidad

La Animita de Marchant

El investigador local Juan Carlos Robles nos cuenta que, acaecida la muerte de Alamiro Marchant, «…un alma piadosa levantó una cruz de palos de chañar en el lugar del crimen y grabó con cincel en las piedras de una añosa pirca la (…) inscripción que aún perdura hasta estos días “A Marchant 1930”. Pasó el tiempo y los lugareños y viajeros que pasaban por el lugar dejaban ofrendas florales en la «Animita de Marchant» como la empezaron a nombrar. Un día una mujer desesperada por la enfermedad incurable de su hijo, le hizo una manda a la animita y al cabo de unos días el niño se recuperó milagrosamente, el hecho corrió como reguero de pólvora entre los entre los pobladores de Rivadavia, y la Animita de Marchant cobró fama de milagrosa«.